Lo que nunca había ocurrido y quiera Dios no vuelva a ocurrir sucedió un triste 26
de Junio al atardecer. Un inocente niño de 8 años se nos ahogó en la pequeña
piscina de la Misión. No quiero entrar en detalles de cómo ocurrió, pero cuando
volví de un pueblo a las 9.30 de la noche unos críos asustados me esperaban para
decirme que Piyush (así se llamaba) había caído en la piscina y no había salido!
Corrí a la piscina y vestido salté donde me indicaron que podía estar y
efectivamente allí lo encontré y pude sacar a flote su cuerpecito inerte y frío.
Tenía los ojos cerrados y parecía plácidamente dormido. Pensé que la cara
mostraría el pánico de la tragedia, pero solo reflejaba paz e inocencia…..
Otra cosa muy distinta fue, como era de esperar, la desolación, dolor y rabia de
sus padres cuando llegaron a medianoche. Sufrimos en silencio sus
recriminaciones, insultos y amenazas mientras la policía con eficiencia y respeto
cumplía muy bien la penosa labor del protocolo post-mortuorio. Al día siguiente
los 4 Jesuítas de la Misión asistimos a los ritos de la cremación, pues la familia de
Piyush es de religión hindú. Ese día los padres mantuvieron un estoico
silencio….no hubo ni gritos ni insultos…aunque quizás fue más penoso ya que el
padre rehusó mirarnos y varias veces volvió la espalda para no vernos….
Yo sí ví que vivían en una pobre casa de barro….aunque me enteré por los vecinos
que el padre se ganaba la vida como albañil. Dejé pasar varios meses y el 4 de
Octubre me atreví a presentarme (fui solo y en moto) en la humilde casita de su
pueblo. Por fortuna, la primera que me recibió fue la abuela que es una persona
muy amable y cariñosa que rompió el hielo estrechándome la mano y me
introdujo al padre que me sorprendió abrazándome y llorando, cosa que me hizo
llorar a mí también…..Luego saludé a la madre que con cara triste también me dio
la mano y enseguida me trajo un vaso de agua que le agradecí en el alma pues
hacía mucho calor y me moría de sed….
En la pared de barro de su humilde casa entre un panteón de fotos multicolores
de varios dioses y diosas hindúes…..estaba la foto más reciente de su querido hijo
Piyush. Les dije que me gustaría rezar con ellos y nos sentamos todos en el suelo y
con frases cortas y sentidas y largos silencios….acatamos los misteriosos designios
de Dios.
Más tarde mientras charlábamos, apareció el alcalde del pueblo, un tal Dhirubhai,
a quien conozco pues su hijo, ya mayor, había estado interno en Ankleshwar.
Les expliqué que cada vez que cierro los ojos y veo la cara pacífica de Piyush este
parece recordarme que desea que sus padres vivan en una casita decente de
paredes de ladrillo y suelo de baldosas….El padre, que se llama Kiranbhai,
escuchaba taciturno, pero al alcalde, que es contratista, le encantó la idea, y
enseguida hicimos el plan para reconstruir la humilde casa de Kiranbhai: él
trabajando como albañil, el alcalde como contratista y la Misión correría con los
gastos de construir una casa, digna, segura y cómoda.
Cuando escribo esto la casa está ya casi terminada y Dhirubhai me asegura que
para Navidades la podremos inaugurar. Han hecho una hornacina especial donde
pondrán la foto de Piyush ya que ha sido gracias a ese angelito de corta vida que
la familia: abuela, padre, madre y tres hijas vivirá ahora en esa casa nueva regalo
de Piyush.
A todos los que colaboráis en el trabajo de esta Misión os quiero dar las gracias
por vuestra generosa ayuda y que el angelito Piyush os bendiga y haga sentir que
no hay vida inútil por corta que sea…
Feliz Navidad!!
Un fuerte abrazo agradecido.