Todos los días, por la tarde, salgo a visitar un pueblo distinto y me llevo en la furgoneta a los niños y niñas de ese pueblo aunque pasen de la docena…..Vienen felices, naturalmente, y no solo porque van a casa, sino también porque en el camino les compro un helado que disfrutan alegres.
Hace varios años, una de esas tardes, estaba llegando a uno de esos pueblos con la furgoneta lleno de críos, cuando en el último trecho de carretera vi a un hombre que andaba solo saliendo del pueblo. La carretera era mala y el hombre iba muy despacio. Iba a pasar de largo delante de él cuando uno de mis críos sacó la cabeza por la ventanilla y gritó ilusionado: “¡Papá!, ¡Papá!” Yo paré, pero el hombre siguió sin siquiera mirar a su hijo. Noté que el hombre iba tambaleándose. Por el retrovisor no pude evitar ver la cara llena de tristeza de aquel chaval. De hecho esa cara se me quedó grabada no sé si en la memoria o en el corazón. Quizás por eso siempre tuve especial interés en seguir el progreso de ese muchacho que se llama Ankur y que terminados el Bachillerato y dos años de FP con éxito, sacó el título de electricista y pronto encontró un buen empleo. Hace dos años se casó, es padre de un niño y tiene su propia casa en una de las agrupaciones de viviendas construidas por la Misión.
El año pasado, poco antes de Navidades, salía yo de visita de una de esas viviendas, cuando me encontré que venía hacia allí el mismísimo padre de Ankur, que se llama Mahendra. Esta vez no venía tambaleándose, sino que bien sentado en su moto que paró al verme y me saludó sonriendo.
- Estoy a punto de jubilarme…..y como vengo haciendo desde hace varios años voy a pasar las Navidades con mi hijo Ankur. Su madre ya debe de estar allí en su casa.
- Mahendra, amigo, perdona que te pregunte, pero….sigues teniendo problema con la bebida….?
- El problema sigue ahí….pero, sabe usted, hay experiencias que a uno le cambian la vida. Hace años que un día uno de mis hijos me vio bebido en el pueblo….y sentí tanta vergüenza cuando me llamó “papá”….que desde entonces ya no soy el mismo. Usted no sé si se acordará, pero ese día mi hijo venia al pueblo en su furgoneta.
- Vale, Mahendra, me alegro por ti. Saluda a tu mujer y a Ankur de mi parte.
Sí, sí…..ya sé que no siempre ese problema, o parecidos, o peores, se solucionan tan radicalmente….pero podría suceder más a menudo si nos atrevemos a escuchar a Dios cuando toma la voz de un amigo , un médico, un juez, unos padres….o un niño!
Feliz Navidad!
Un fuerte abrazo,
Joaquin Castiella S.J., Catholic Church, Ankleshwar 393 010 INDIA
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